home blog

Cómo degustar una vieja añada

25 noviembre 2021

Visto que hace poco decidimos poner a la venta algunas viejas añadas de nuestra colección de familia, me gustaría daros algunos consejos para sacar el máximo partido de la degustación de una vieja añada.

Estas pautas son válidas sobre todo para las añadas que tienen varias décadas a sus espaldas y respetan plenamente su madurez, como en el caso de este Chianti Classico Riserva 1998 cuyas uvas fueron vendimiadas cuando yo era todavía una niña.

Cada botella es distinta

Os aviso desde ahora de que el mismo vino, embotellado en botellas distintas, al cabo de 4 o 5 años puede empezar a manifestar ligeras diferencias entre ellas. Esto resulta cada vez más evidente con el paso de los años, por lo que es muy difícil que esta botella de Riserva 1998 sea exactamente igual que otra botella de la misma añada. 

De manera que si alguno de vosotros ha comprado varias botellas de la misma añada debe suponer que obtendrá experiencias diferentes, como si fueran gemelas pero no idénticas.

Un vino de conversación

Si habéis recibido el vino hace poco, dejadlo reposar durante algunos días para que se recupere del estrés del viaje. Tal vez sea útil conservar la botella en posición vertical para que puedan depositarse en el fondo los posos sólidos, bastante frecuentes en los vinos envejecidos.

Si la añada es muy vieja, como en este caso, os aconsejo que no lo combinéis con platos muy fuertes ya que el vino es bastante delicado en esta fase: no tiene el mismo cuerpo que tenía en su juventud, obviamente, y un plato intenso o estructurado podría cubrirlo por completo.

Podéis considerar la posibilidad de abrir una vieja añada para invitar a vuestros amigos o familiares antes de la cena y compartir una copa con ellos, charlando alegremente antes de servir la comida.

Olvidaos del decantador

Reservad una hora o una hora y media para la degustación: abrid la botella prestando atención, ya que el tapón puede ser muy delicado y empezad a servirlo en las copas.

Si la añada es bastante vieja, os desaconsejo el uso del decantador. Este vino, por ejemplo, ha estado 23 años en un ambiente reducido en ausencia de oxígeno, ¡imaginad el choque químico que sufriría si lo vertiéramos en un decantador! ¡Correríamos el riesgo de estropearlo!

Utilizad copas amplias preferiblemente y hacedlo girar de vez en cuando para aumentar el contacto con el oxígeno de forma gradual. Mientras tanto, disfrutad la conversación con las personas de vuestra mesa y comentad vuestras opiniones sobre el vino. Veréis que su abanico irá evolucionando durante un intervalo de 60/90 minutos y el primer trago será muy diferente del último.

Si usáramos un decantador, o si abriéramos la botella con demasiada antelación, nos perderíamos esta evolución en el vaso y saborearíamos el vino en su fase final exclusivamente. 

Qué podemos esperar de una vieja añada

No cabe duda de que la experiencia de degustación de una vieja añada es distinta de la de un vino joven.

El mismo color del vino será diferente, como en el caso de esta botella donde no tenemos un rojo rubí brillante, sino un rojo granate que al inclinar la copa adopta una tonalidad naranja sobre el fondo blanco.

Será divertido identificar los aromas: podéis partir de los matices afrutados y florales. En ninguno de estos casos se tratará de aromas frescos. Los matices afrutados os darán la idea de una mermelada de fruta y las notas florales corresponderán a flores secas como las que se olvidan dentro de las páginas de un viejo libro o las de una bolsita de popurrí.

Intentad descubrir después la vasta gama de aromas terciarios, las notas balsámicas como la raíz de regaliz, las especiadas como la pimienta negra, matices terrosos y hemáticos que se van abriendo poco a poco en el vaso.

En la boca el vino tendrá menos cuerpo que un vino joven, su acidez será menor y los taninos se habrán vuelto muy delicados.

Una vez acabada la botella

Al llegar al fondo de la botella estoy segura de habréis disfrutado de una experiencia muy agradable y es probable que se os haya abierto el apetito. Es el momento de servir la cena, a lo mejor acompañándola con una añada más reciente del mismo vino para que esté a la altura de los platos.

No os olvidéis de compartir vuestras impresiones sobre la añada que habéis degustado con nosotros en las redes sociales o por correo electrónico.

¡Salud!