La vendimia 2022 ha terminado hace poco y mientras escribo estas líneas algunas cubas han terminado ya de fermentar y estamos trasladando el vino a la bodega.
Os cuento nuestras primeras impresiones sobre esta añada un poco anómala, pero que al final nos ha dado una gran satisfacción.
La evolución de la temporada
El invierno no ha sido especialmente frío y en primavera no ha llovido mucho. A finales de mayo y durante todo el mes de julio hemos tenido temperaturas altísimas con poquísimos milímetros de agua.
A mitad del verano estábamos un poco preocupados: la maduración de la uva estaba ya muy avanzada a causa de las altas temperaturas y corríamos el riesgo de que las vides entraran en una fase de estrés hídrico y bloquearan el proceso de maduración.
Por suerte, en agosto tuvimos temperaturas más frescas, que permitieron proteger la acidez, y numerosas lluvias que rehidrataron las plantas garantizado una maduración constante.
El intenso calor de los primeros meses del verano nos había hecho pensar que tendríamos que anticipar la vendimia respecto al período habitual, la segunda mitad de septiembre. Sin embargo, la maduración ha sido un poco más lenta en septiembre y nos ha permitido respetar los tiempos canónicos, reequilibrando la madurez técnica (azúcar y acidez) y la fenólica (taninos).
El momento de la vendimia
La uva merlot (que junto a la cabernet compone nuestro Monteficalle IGT) se recolectó el 6 de septiembre porque es la variedad que tiene el ciclo vegetativo más breve; luego siguió la cosecha de la uva trebbiano y de la malvasia para nuestro Vin Santo.
La parte más laboriosa de la vendimia, la de nuestra sangiovese y de sus uvas complementarias, canaiolo y colorino, empezó el 19 de septiembre y continuó durante algunos días aprovechando una ventana de buen tiempo para cerrarse con la de cabernet sauvignon.
En espera de 2024, cuando se podrán degustar los primeros vinos de esta espléndida vendimia, nos gustaría compartir con vosotros algunas imágenes de estos días.
